miércoles, 1 de septiembre de 2010

How I feel

Siempre me sentí pequeño e indefenso frente a mundo.


Siempre pensé que mi vida resultaría insignificante a los demás y asumí que pasaría por mi vida sin hacer nada notable. Siempre supe que había gente mejor que yo, más guapa más lista, más divertida y con mas dinero que yo, y siempre me dio envidia saberlo y no lograr ser como ellos.

Siempre me dio rabia estropear todos aquellos momentos importantes en mi vida, decir aquella frase, aquella maldita palabra que no debí pronunciar y que lo estropeo todo. Siempre desee poder parar el tiempo, poder volver atrás y hacer feliz a todas esas personas. Y sin embargo siempre supe que no podría hacerlo.

Siempre me gustó continuar esa discusión por el mero morbo de continuar sufriendo y de conseguir sentirme más miserable aun. Siempre me gusto quedar por encima a sabiendas de que no era lo mejor.

Y también tuve siempre claro que aquella persona a la que tanto esperas, no siempre es para ti.

Sin embargo también tuve en todo momento ese maldito corazón que no para de latir y sentir, que cambia hacia las direcciones más insospechadas. Por eso no me importaba escuchar que era una persona importante de la boca de aquellas personas que si eran importantes para mí.

Siempre me gustó que me dijeran te quiero, mirándome a los ojos, y siempre me gustó pensar que esas dos simples palabras eran tan grandes que no cabían en mi corazón. Siempre desee que me rozara la mano o que me acariciara el pelo como si aun fuera un niño pequeño y q me dieran besos en la frente. Pero eso no suele pasar, o no suele durar.

Nunca pude soportar esa conversación absurda, midiendo las palabras y en la que acabas sin saber que decir mientras sientes que todo va mal.

Siempre tuve miedo de que esas risas hirientes a mi espalda fueran por mí, siempre tuve miedo de no ser aceptado. Siempre me costó hacer amigos porque nunca he soportado las falsas amistades, jamás dije una buena palabra a nadie que no la mereciera.

Siempre supe que aun estaba dentro del cascarón y que nunca me sentiría con ánimos para salir. Porque no se si merece la pena salir a ver lo que hay ahí fuera.

A veces solo me apetece cambiarlo todo por volver a ser el que era, un niño inocente, despreocupado y feliz.

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