jueves, 4 de agosto de 2011

Efecto Pigmalión




¿Alguna vez te has sentido atraído por una idea que no existe más que en tu cabeza? Algo que tú creaste, a partir de tu imaginación, tus recuerdos o quizá con algún vestigio de realidad… pero que solo está ahí, dentro de ti.

Según la mitología griega, algo así le sucedió al rey Pigmalión. Era un rey despreocupado de mujeres y amigos, únicamente dedicado al arte de la escultura el cual dominaba con increíble maestría. Todos afirmaban que la perfección de sus estatuas era tal, que lo único que no poseían era la cualidad de la vida.

Un día Pigmalión decidió esculpir la estatua más bella de todas las que hasta entonces había creado y escogió para ello las formas de una mujer. Poco a poco fue transformando el bloque de inanimado material en la silueta de una bella dama. Sus labios tenían la tersura perfecta esbozando algo parecido a una sonrisa y su piel sin ninguna mácula ni imperfección insinuaba sus perfectas proporciones. Una vez terminada la vistió con la mejor tela de todo su reino, la adornó con las flores más exuberantes y perfumadas que pudo encontrar y la rodeó de los mejores presentes merecidos por tan preciosa dama.

Los días avanzaban y el rey no se cansaba de contemplar tal belleza que había surgido de sus manos. Había llegado a enamorarse perdidamente de aquel ser inmóvil, al que bautizó como Galatea.

Por aquellos días celebraban los rituales y fiestas de la diosa Afrodita ante lo cual Pigmalión, a pesar del escándalo de sus súbditos que ya le tenían por demente, decidió pedir a la diosa la oportunidad de una vida para Galatea, para poder amar a su ser querido como a una persona más.

Afrodita conmovida por tanto amor, le entregó el fruto de la vida a Galatea la cual, descendió de su pedestal a los brazos del enamorado Pigmalión al que había estado observando durante tanto tiempo desde su inmovilidad. Ambos se casaron en una fastuosa boda a la que la misma Afrodita asistió como invitada sin conseguir eclipsar la belleza de Galatea.

Al igual que Pigmalión, nosotros también podemos caer presas de la atracción de nuestra Galatea, esa idea o creación que ha surgido de nosotros mismos pero que como Galatea, no deja de ser algo en cierto modo inalcanzable.

En la actualidad el “efecto Pigmalión” se utiliza con la finalidad de que una persona lo suficientemente motivada, será capaz de conseguir todo aquello que se proponga. Sin embargo, yo ofrezco otra segunda lectura de este mito.

Nosotros no contamos con la ayuda de Afrodita para que convierta en realidad aquellas ideas imposibles de las que nos hemos encaprichado, pero sin embargo persistirán en nuestra mente largo tiempo como todo lo que resulta inalcanzable. Pudiendo llegar incluso a enquistarse produciendo una verdadera obsesión e infelicidad en nuestro alma.

Todos aprendemos por las malas a diferenciar la realidad de todo aquello que solo está en nuestra cabeza creado por nuestros deseos. Lo valiente y maduro es conseguir aprender de esta lección. Aprender a diferenciar los sentimientos, querer, desear o necesitar; amor u obsesión. Y saber abandonar esas obsesiones que nada más hacen que dañar nuestro espíritu mermando nuestra capacidad vital.

No esperéis a Afrodita.

2 comentarios:

  1. Yo siempre he dicho que "querer es poder" al mismo tiempo, un amigo mio dice que si deseas con mucha fuerza algo... al final, se cumple!

    te recomiendo esta lectura: http://destroy114.blogspot.com/2011/07/y-si-deseasemos-la-felicidad.html

    Solo hay que desear que algo ocurra con mucha mucha fuerza, y poner algo de nuestra parte. :)

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  2. Un blog diverso e interesante, esta entrada muy instructiva...SAludos

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